El asesor educativo Óscar González acaba de publicar el libro “Educar y ser felices”, en el que intenta dar pautas sobre ese sentimiento de culpa que tan a menudo tienen los padres, con preocupaciones como: por qué llora, por qué me reta, si es peligroso que vaya tan temprano a un campamento, si pasa demasiadas horas enganchado a la pantalla, si le dedico suficiente tiempo de calidad, etc. Dice que tendemos a repetir los patrones en los que hemos sido educados y porque han sido los grandes referentes y “nuestro piloto automático nos va a llevar a criar de la forma en que fuimos criados. Esto no está mal, pero se debe plantear también desde el sentido contrario, para aprovechar los errores: ¿qué no te gustaba que te hicieran o te dijeran a ti? Pues no lo repitas porque a tu hijo o hija le va a sentar igual de mal”.
Por otro lado está el tema de la conciliación y lo del ‘tiempo de calidad’ es un expresión que hemos inventado porque vivimos en una sociedad esclava del tiempo, con horarios rígidos que no favorecen la crianza. “Muchísimos padres y madres tienen que hacer encaje de bolillos no solo para pasar tiempo con los hijos, sino para, por ejemplo, acompañarles al colegio, o asistir a tutorías. Además, este peso educativo siempre recae sobre la madre”, apunta González.