El Gobierno tiene prisa por aprobar sus normas y no hace caso de opiniones, recomendaciones, instituciones, etc. Va a lo suyo, a golpe de mando, cargándose -como ha ocurrido en esta ocasión- la democracia educativa. Los demás no cuentan, sólo los planes políticos de una determinada línea.
Así, la llamada LOMLOE o Ley Celaá sigue su curso tras ser vetada la presencia de la comunidad educativa en el debate de la nueva ley, gracias a los votos del PSOE y sus aliados de Podemos, pero también a partidos nacionalistas como el PNV que ven aquí una ocasión de medrar y conseguir prebendas aunque sea a costa de la democracia educativa. Y esto porque los partidos del Gobierno saben que no ha habido ningún acuerdo, ninguna conversación, ningún diálogo con los demás, y -por si fuera poco- con una pandemia internacional que nos ha debilitado y que pueden aprovechar para lograr desde nuevos estados de alarma a nuevas leyes antidemocráticas. Todo por los votos ¿o gracias a los votos?.