El autor de este artículo hace referencia a las circunstancias vividas en el entorno educativo durante el confinamiento. Habla de una sobreprotección de los hijos que hace que ni padres ni alumnos se fíen del profesorado, cuando los docentes han de ser los guía de los hijos/alumnos para el aprendizaje. Además, advierte que esta generación de nativos digitales, a la hora de la verdad no lo son tanto, porque dominan las redes sociales y los videojuegos pero después no saben adjuntar un archivo o subir un trabajo a Drive.
Expone también que es necesario fomentar la creatividad y la criticidad, aptitudes que han aflorado y se han puesto en valor, durante el confinamiento. Se ha dado una nueva visión al sistema educativo, diseñado para el estudiante estándar, enfocado al mercado laboral y con la idea de que la Universidad es para los ganadores y los ciclos formativos para los perdedores.
Habla asimismo de la falta de conciencia crítica ante lo que leen los alumnos debido a la memorización, pero la realidad es que todo está a golpe de clic y lo que hace falta es encontrar información fiable. Acaba el artículo señalando que la parte más bonita del confinamiento ha sido el final de curso: felicitaciones y agradecimientos , despedidas emotivas, cariño y respeto.